«¿Usted es publicista? No, yo soy publicitario”. Aquel profesional que esté dispuesto a rectificar a España entera sobre el término de su cargo, va a necesitar mucha paciencia. Andamos en unos tiempos de diversificación profesional e internet ha tenido mucho que ver. Se han multiplicado las funciones de los profesionales de la información, los conocimientos en los que una persona puede especializarse y también se han creado nombres para cada uno de esos puestos de trabajo específicos.
La publicidad de algo es un concepto muy amplio. Por eso la Real Academia Española definió el ´termino de publicista como “persona que escribe para el público, generalmente de varias materias”. Dentro de este campo se encuentra cualquier profesional que utilice el lenguaje como herramienta de trabajo. Ya sea un escritor, un periodista o un publicitario.
El dilema se presenta en que al escritor y al periodista se les llama por su nombre pero al profesional que ejerce en publicidad no. Tal vez sea porque la palabra publicitario engloba todo aquello que es referente a la publicidad. Existen los mensajes, las técnicas, las herramientas y los profesionales publicitarios. Y entre escoger un término que engloba varios tipos de profesiones u otro que incluye todo lo relacionado con un sector profesional, se ha extendido socialmente que el término publicista acota de un modo más eficaz la labor.
Aquellos profesionales que se quejan de la etiqueta que nos define, rectificando a ‘publicitario’ cuando se les llama ‘publicistas’, deben pensar en que este concepto es el que se ha normalizado en el lenguaje.
Cualquier agencia o profesional del ámbito se esfuerza en cada campaña que llega a sus manos para comunicar al público objetivo, o target, la marca, los valores de la empresa, algún producto, o cualquier otra finalidad que se haya pactado con el cliente. Conseguir que se quede grabado y no tire al suelo el trabajo y el esfuerzo dedicado como si fuera un flyer que se reparte a pie de calle. En definitiva, que la gente no pase de largo y que no olvide el mensaje. Lo que puede parecer sencillo es arduo.
Por eso mismo, corregir esta denominación supone nadar contra marea. La palabra publicista es la que se ha difundido, no tiene ningún trasfondo propagandístico y no desvirtúa el concepto ni el trabajo que se destina a promocionar o dar difusión comercial.
Debido a este posible desconcierto, en vez rectificar y correr el riesgo de parecer algo pedante, se puede concretar con el cargo específico (blogger, social media, copywriter, ejecutivo de cuentas, planner, creativo, diseñador gráfico, diseñador web…) o, en el caso de optar por corregir al interlocutor, en lugar de utilizar un tecnicismo se podría invertir ese momento en redirigir el mensaje para purificar el término de los verdaderos males que vulgarmente se asocian a la publicidad. Con este propósito, tal vez se consiga en un futuro que no chirríe ‘publicista’ en los oídos de algunos.