En papel, enviada por correo postal y distribuida en persona. Es taaan pre-internet que ha triunfado gracias al 2.0. Orsai es el invento satinado de Hernán Casciari (reconocido blogonovelero y generador de espoilers) y Chiri Basilis. Tiene 208 páginas pero ni una de ellas de publicidad o ayuda pública. La calidad gráfica es abismal, no sólo en la impresión, también por sus autores. Pero sobre todo destaca por los miles de lectores que la han comprado sin saber su contenido.
El primero número de Orsai salió a la calle este mismo mes de enero, ha tenido una única edición limitada a 10.080 unidades y la distribución es mundial (43% vendido en España, 35% en Argentina, 5% en México, etc.). No habrá reimpresiones y por eso nos alegramos de haber podido hacernos con un ejemplar.
“Ya nadie necesita una revista de papel”, dice Casciari en el Editorial. “Hay Internet y hay Youtube; además los libros no se venden y las revistas literarias no son rentables. Pero acá tenés una y está en tus manos. Mírala bien: es un objeto de papel encuadernado, tiene un lomo y pesa un poco más de medio kilo. Te costó quince periódicos del sábado. Ahora el objeto es tuyo. Lo compraste sin saber qué habría dentro. Lo compraste sin necesidad, porque sabías que hay un PDF gratis dando vueltas por la Red. En el fondo, y con la mano en el corazón, no tiene sentido que hayas comprado esta revista”.
Pero sí que había necesidad de algo así y no sólo la revista. A nuestra provincia ha llegado gracias al ibense Alejandro Santacreu: nos conocimos a través de la web del proyecto, quedamos por email y conversamos por Facebook. Pero lo que no podremos olvidar es el encuentro, casi furtivo, en una cafetería de Alicante: traficantes de literatura aún hoy en día.
Hay una historia entre la revista y cada uno de los lectores, también se está pensando en dar el siguiente paso: que tal y quedamos y hablamos de sus artículos, su distribución, lo que más nos ha gustado y lo que nos ha unido. Empezamos en la virtualidad de las redes sociales y llevamos a cabo un negocio que llevaba años caduco: el comercio directo entre los autores y sus lectores.
Como dice Casciari, «cuando pase el tiempo y olamos las paginas de Orsai el olor nos recordará que había cierta honestidad en el aire y que se podía soñar con una revista. Una época, muy intensa y rara, en la que diez mil ochenta lectores y veinticuatro autores se comunicaron con alegría. Sin nadie en el medio».