¿Hasta dónde estaría dispuesta a llegar una empresa para hacer crecer sus ‘Likes’ o sus contactos en Facebook? Existen maneras de engordar de forma artificial los números pero el riesgo que se corre a largo plazo no compensa con la alegría que puede provocar subir en cuestión de minutos 1.000 seguidores. Y si nos ponemos en lugar del consumidor, ¿cuánto pedirías a cambio de hacerte fan de una página? Pepsi ha lanzado una campaña de vending en la que ha puesto el precio de un bote de su bebida a un ‘Me Gusta’.
La agencia belga TBWA ha creado para Pepsi una máquina expendedora que permite comprar una lata por un ‘Like’ en la página de Facebook de la conocida multinacional. Si no tienes a mano una moneda, alivian la sed por ver sus actualizaciones en la sección de ‘Últimas noticias’ y formar parte de su cartera de seguidores.
Poner una chica guapa en un stand que ofrezca muestras, descuentos o pequeños regalos a cambio de comprar cierto producto ha pasado al nivel 2.0. Antes lo comprabas para intentar conseguir el número de teléfono de la azafata, o del azafato, y ahora han cambiado la chica, o el chico, por una máquina con acceso a internet que ya se encarga ella de acceder al GPS de tu smartphone.
Pero no es que estemos en el futuro, sino en la fiebre de la marca digital. La reputación online ya es igual que la offline, y Pepsi con esta acción ha conseguido conectar de manera inteligente las experiencias urbanas con las interactivas. Algo que Coca-Cola también realizó en China con un anuncio llamado ‘IceBreaker’, en el que aprieta los tapones de las botellas para que la gente pida ayuda a un desconocido, interactúen entre ellos y se conozcan.
Estas acciones muy bien pensadas distan de los servicios que ciertas empresas ofrecen en torno a la compra y venta de ‘Likes’. Aunque el coste circule entre 25 dólares los mil usuarios, estos perfiles que se adjuntan a la lista de seguidores suelen ser falsos o pertenecientes a personas que ni siquiera saben que son fans o que están muy lejos del sector de mercado. Incluso puede que hablen otro idioma y no entiendan ningún contenido que se publique.
Estos admiradores no mostrarán ningún tipo de resultado satisfactorio ya que no comprarán servicios ni productos, no interactuarán con las acciones y no hablarán de la marca. Si no es poco, el algortimo de Facebook que analiza si las publicaciones son relevantes castigará la poca interacción excluyendo la información del apartado de noticias por considerarla poco o nada interesante. Además, cuantos más seguidores se tiene más dinero cuesta promover mensajes con ellos, y Facebook contará igual tanto perfiles falsos como los reales. Asi que, si la red social descubre la trampa, sancionará con la eliminación de todos los ‘Me Gusta’ que dieron en el pasado y puede que incluso termine vetando la página.
La cuestión es que hay que ganarse la fama. Y Pepsi ha sabido jugar sus cartas. La marca debe conseguir acciones que atraigan a un público fiel y de calidad a base de perspicacia, imaginación y constancia. Si desde el principio la empresa se propone crear ideas para ofrecerlas a un público determinado no hará falta inventarse los seguidores.
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