Vivimos en la era de la imagen. Incluso podríamos decir, en la “era de la imagen digital”. La información que proporcionamos a través de nuestra forma de vestir, o del modo en el que nos mostramos en una fotografía es incluso más útil que la que ofrecemos comunicando verbalmente nuestras ideas.
Para potenciar la información que queremos comunicar de manera óptima, es importante atender al tipo de red social que vamos a utilizar, ya que cada una presenta unas características que la diferencian del resto. Por ejemplo, si lo que queremos es mostrar nuestro currículum profesional nos decantaremos por herramientas como Linkedin, la cual nos permite intercambiar información sobre nuestra experiencia académica o laboral con millones de personas, agencias o empresas, a la vez que tenemos la posibilidad de hacerlo atractivo con infinidad de aplicaciones. De la misma manera, actúa como una potente herramienta de búsqueda de empleo, en la que tenemos la posibilidad de filtrar por campos de trabajo, lo que nos facilita en gran medida su búsqueda.
Mientras que Facebook o Youtube nos resultarán más útiles para difundir nuestro lado más social, o dar a conocer nuestros intereses o hobbys, compartir imágenes, videos, o crear foros en los que debatir sobre temas concretos. Si bien las empresas también recurren a este instrumento de comunicación, como las páginas de fans, las cuales facilitan la interacción entre usuarios y clientes con las empresas permitiendo una comunicación mucho más cercana y directa.
Otras como GooglePlus, actualmente consolidada como la segunda red social más popular del mundo, a través de sus “sparks”, “círculos” o “hangouts” permite a los usuarios compartir información sobre temas de interés. Además, también nos da la posibilidad de recoger la máxima información de los usuarios y ofrecer resultados de búsqueda más personalizados.
Pero si lo que quieres es compartir imágenes tu plataforma es Pinterest. Despunta en su capacidad para administrar las imágenes mediante los llamados tableros, donde los usuarios pueden distribuirlas por temas, intereses o hobbies. Además, da la posibilidad de repinear aquellas imágenes que más nos gusten y añadirlas en nuestros tableros o comentarlas, todo ello con el fin de “conectar a todos a través de las cosas que encuentran interesantes”.
Otras plataformas como Twitter, facilitan el intercambio de mensajes, tuits o compartir imágenes. Aunque son muchos los que dudan de su finalidad, de lo que no cabe duda es de que se trata de uno de los líderes del fenómeno microblogging. Y para los que les gusta escribir, lo suyo son plataformas como Blogger, Tumblr o WordPress (algo más formal que las anteriores), donde los usuarios podrán publicar posts, diseñar sus propias plantillas o si lo preferimos, podremos optar por las que ya están predeterminadas. También tenemos la posibilidad de añadir imágenes, videos o hiperenlaces que vinculen nuestros contenidos a otras webs.
Como vemos, Internet ha revolucionado las posibilidades de comunicación en el mundo digital. Se han abierto nuevos canales para obtener y compartir información a tiempo real, donde cada usuario puede acceder a infinidad de espacios en los que actuar al mismo tiempo como emisor y receptor de la comunicación. No obstante, debemos poner especial atención al tipo de información que difundimos, y la privacidad que le otorgamos a esta, ya que de lo contrario, Internet se pueden convertir en nuestro principal enemigo.
Esta es una de las grandes lacras a las que se tienen que enfrentar las redes sociales para velar por la seguridad de sus usuarios. La pérdida de la privacidad en la Red es un handicap a tener en cuenta, ya que al exponernos en la Red nos volvemos vulnerables. Algunos de los consejos que podemos seguir para evitar la merma de nuestra intimidad en el mundo online son los siguientes:
1. Configurar las opciones de privacidad. Pese a ser un consejo generalizado, todavía no hacemos un buen uso del mismo. Debemos conocer cómo funcionan estas opciones, y estar al tanto de las consecuencias de un mal uso de las mismas.
2. Proteger nuestros datos personales, especialmente cuando se trata de datos relacionados con nuestra vida íntima y privada.
3. Atender a la finalidad de la red social que queremos utilizar. Pensar en los contenidos que queremos publicar y asegurarnos de que conocemos la política de la privacidad por la que se rige.
4. Conocer el estado de privacidad que cercan los contenidos de nuestros usuarios “amigos”, ya que cualquiera podría acceder a nuestros contenidos por mediación de éstos. Ello también se ve acentuado en los casos en los que agregamos a usuarios cuya procedencia desconocemos, y por tanto no sabemos exactamente cuáles son sus intenciones.
Pese a que la Ley de Protección de Datos proporciona una gran cobertura legal, todavía son muchos los aspectos que quedan desprotegidos y al alcance de cualquiera. Por ello es importante crear una cultura de la privacidad, en la que cada uno sea responsable de acotar la información que difunde, y exista un compromiso de los usuarios por hacer un buen uso de la información alojada en las redes sociales. Por su parte, las Agencias de Protección de Datos colaboran con la causa mediante la difusión de campañas de concienciación y sensibilización del buen uso de la información en Internet.