Con la llegada de la tecnología 2.0 se ha generalizado el acceso a las fuentes de información. Pero no sólo su acceso se ha tornado mucho más sencillo, sino la propia generación de información ahora está al alcance de cualquiera. Una de las principales diferencias de Internet respecto al resto de medios de comunicación tradicionales es su absoluta bidireccionalidad. Un arma que puede resultar de doble filo si no se atienden a unos criterios por los que pautar la creación de contenidos.
La libertad de expresión es uno de los pilares sobre los que se ha edificado el Estado social y democrático de Derecho. La Constitución Española lo referencia en su artículo 20, ofreciendo protección constitucional a aquellas personas que libremente expresan sus opiniones, ideas y pensamientos siempre que se trate de hechos debidamente contrastados y no atenten contra los derechos fundamentales de las personas.
Ahora bien, el problema se plantea en el momento en el que estas informaciones libremente expresadas por las personas actúan como vehículo de comunicación y sirven como referencias supuestamente objetivas y contrastadas cuando en realidad no lo son. Y ni tan siquiera han pasado por un filtro que determine que dicha información es verídica.
Uno de los casos que más controversia están suscitando en los últimos años es el fenómeno blogger. Un blog es un sitio web en el que se recopilan cronológicamente textos de otros autores, dejando a su autor la libertad de publicar lo que crea pertinente. Sin embargo, dichos contenidos que a menudo actúan como fuente de información, en la mayoría de ocasiones amenazan los principios éticos y deontológico por los que se tiene que regir la información periodística que actúa como vehículo de comunicación y servicio de difusión de la cultura, como es la contrastación de la información, el respeto a la veracidad, recurrir a la investigación previa de información, diferenciación entre información y opinión y rectificación informaciones erróneas.
El problema estriba en que lo que para sus autores puede ser un mero espacio en el que liberar sus pensamientos, reflexiones o críticas subjetivas, para otros es un espacio del que obtener información, una información carente de todo tipo de rigor profesional y periodístico. Se ha producido una democratización de los difusores de información que poco ayuda a los profesionales cualificados que no sólo ponen especial atención a lo que dicen, sino a cómo lo dicen, y si realmente lo que dicen es cierto. Se está contribuyendo así a restarle credibilidad a los periodistas y medios de comunicación, como si fueran culpables por transmitir informaciones infundadas y parciales.
¿Y qué me dicen de los blogs escritos por personajes conocidos del panorama social? Espacios en los que actúan como líderes de opinión, simplemente por pertenecer al mundo de la televisión o prensa rosa. En los llamados egoblogs, sus autores se dedican a subir fotos de uno mismo, o a hablar de temas carentes de interés y absolutamente subjetivos pero simplemente por el hecho de estar escrito por quien está escrito ya no sólo se acepta como válido, sino que «va a misa». Este es sólo un ejemplo más de la época que nos ha tocado vivir, una época donde todo vale, donde se valora más quién lo dice a lo que se dice, donde premiamos más la imagen y otros aspectos totalmente ajenos a la información objetiva, en lugar de dedicarle un poco más de tiempo y buscar informaciones alejadas de opiniones personales y parciales.
El conflicto responde a una cuestión de falta de legislación. La profesión periodística carece de un órgano institucional que la regularice y le proporcione una cobertura jurídica en los casos en los que sea necesario. Al igual que sucede con otras profesiones como la abogacía o la medicina, que necesitan estar colegiados para poder ejercer su profesión. Esto solucionaría gran parte de los problemas a los que diariamente se enfrentan los periodistas como por ejemplo, para evitar el intrusismo tan acelerado que vive la profesión en los tiempos contemporáneos. Bloggers, colaboradores en tertulias de televisión, o profesionales que a menudo poseen conocimientos pero no el título necesario para poder ejercer como profesional del periodismo.
A la hora de buscar información es importante adoptar una actitud selectiva y crítica y discriminar los espacios subjetivos y personales de aquellos otros que siguen escrupulosamente unos patrones y reglas periodísticas, donde el respeto a la información veraz y de calidad es lo principal.