Por un día, nos permitimos salir de nuestra línea habitual en este espacio que con tanto cariño estamos tratando para hablar del cariño con el que otros profesionales tratan su negocio. En este caso queremos detenernos en la coctelería NIC, un referente en la ciudad de Alicante y en toda España en el mundo del cocktail (varios premios a nivel nacional les avalan), que ha conseguido llegar hasta aquí gracias a su pasión por lo que hacen, que se transmite en cada cocktail.
El pasado viernes celebrábamos nuestro pequeño hito de alcanzar los 300 seguidores en Facebook (las promesas son lo que tienen), y salíamos por la tarde a celebrarlo con una excelente cata de mojitos. Un servidor, que nunca había estado en NIC, tuvo la oportunidad de deleitarse con sus cócteles por primera vez, pero sobre todo, con la forma y el mimo con el que los preparan y con el que los “explican”. Porque tener pasión por tu trabajo implica algo más que hacerlo bien (incluso muy bien); implica conocer cada uno de los detalles, cada uno de los trucos, no por obligación sino por curiosidad o por entusiasmo. Y ese entusiasmo está presente en NIC, en su forma de explicarte la historia del mojito, los matices de dejar macerar la manzana y la miel por unos minutos o las diferencias entre un mismo cocktail preparado con distintos tipos de hielo.
Y es que la profesionalidad y cuidado de NIC va en los detalles. Para muestra un botón. El hielo que sirven las distribuidoras bien es de 50 gramos (grandote, para que ocupe el diametro de un vaso de tubo) o los conocidos como «avellana» o «pilé». Ya es difícil encontrar un hielo de 35 gramos, compacto, que enfríe pero no se deshaga. Hay cubos que enfrían rápidamente, pero también te aguan el gintonic o el cubalibre que con tanto mimo han preparado. En NIC eso lo cuidan mucho, saben diferenciar entre copas de trago largo o consumo rápido. Si tienes sed: cubos que enfríen aunque se deshielen (no dará tiempo). Si quieres copa reposada: ni gota de agua en el gran licor. Eso sí, en NIC saben mucho, pero también saben lo principal: tú te tomas la copa como quieras. Puedes mezclar las bebidas que quieras (también el whisky de 12 años con Coca-Cola), en el tipo de copa que prefieras y con el hielo que te apetezca. El objetivo es que te encuentres a gusto, el cliente es el que manda.
Como en cualquier disciplina, la diferencia entre lo bueno y lo excelente está en la actitud con la que se aborda. Las ganas por mejorar, por renovarse, por explorar los límites y descubrir nuevas vías sólo están al alcance de quien hace frente a su trabajo con ilusión.
La moraleja de una tarde tomando mojitos está muy clara: hagas lo que hagas, hazlo con pasión. El resultado será mejor.
😉