Quién iba a pensar hace unos años que se iban a poder tener conversaciones co programas informáticos. Sí, conversaciones. Ahora los chatbots –así es como se llaman estos asistentes conversacionales- no sólo realizan las acciones que les pedimos -sea por voz o texto-, sino que gracias a la inteligencia artificial aprenden a reconocer nuestros hábitos y nos ofrecen productos y servicios de forma personalizada. Las ventajas de los chatbots son muchas. Comentamos algunas a continuación:
La primera es que son muy eficientes. Esto permite que los usuarios consigan lo que quieren con mucho menos esfuerzo, y más rápido. Gracias a los chatbots es posible consultar los horarios de un restaurante, conocer los itinerarios de una aerolínea, obtener información de ofertas, recibir noticias de última hora sobre temas específicos, recibir alertas para regar las plantas y un sinfín de cosas más, ¡a sólo un clic!
Por otra parte, son accesibles. La interfaz es más cómoda, intuitiva y se asemeja a la forma con la que nos comunicamos continuamente. Además, están disponibles las 24 horas de todos los días del año.
Otra de las ventajas es que están previamente programados y dan las respuestas con precisión. Si la programación está bien hecha, los usuarios van a obtener las respuestas que necesitan.
Como hemos dicho antes, gracias a la inteligencia artificial aprenden a reconocer nuestros hábitos y nos ofrecen productos y servicios de forma personalizada. Los chatbots acumulan datos e información y van ajustando cada vez más sus interacciones con cada usuario, gracias a la constante monitorización de las conversaciones.
Está claro que no es una tecnología perfecta y tiene, por tanto, desventajas y riesgos.
Entre ellos, la poca flexibilidad, la falta de empatía y la pérdida de puestos de trabajo.
Sin embargo, bien utilizados, los chatbots pueden resultar una experiencia realmente
positiva para los consumidores, y las marcas.