Bill Durgin, fotógrafo neoyorquino que siente fascinación por la figura como una entidad escultórica.
Estas fotografías me transmiten cierta nostalgia, una desazón que sólo lo llena la mente propia. Agrada tanto como da tiricia, y hace que el bello se ponga de punta.
Es inevitable añorar las partes inexistentes de los cuerpos que no dejan de gritar en nuestras cabezas.
“Es la parte que más veo, la que no está”. Y con sutileza uno tiene que encontrarse en ellas porque nos conforman y unifican haciendo que nos sintamos identificados.
Los tonos son pacientes y las luces relajantes, incluso las posturas. ¿Dónde han escondido la cabeza, las ideas, dónde han ido? Supongo que se han escondido tras la piel junto con los músculos y los huesos. Todo lo que queda pesa igual, teniendo la misma importancia, la misma apariencia, es un todo formado por diferentes partes del cuerpo.
Una fotografía con una transcendencia mayor a la tradicional, transportándonos al campo de lo abstracto donde los cuerpos contorsionados y flexibles adoptan posiciones escultóricas, apariencia del cuerpo como un objeto amorfo, sin apenas mostrar apéndices, hace que se vuelvan irreconocibles y se mantengan ajenos a la percepción común de la forma humana. Reconociendo mucho de este trabajo la danza y la performance.
Es una manipulación del cuerpo humano en geometrías retorcidas y formaciones abstractas. Durgin es un hábil manipulador, jugando con las percepciones del que observa. Llevándolo al extremo y probando con las limitaciones corporales aportando nuevos puntos de vista. Son fotografías que fascinan tanto como inquietan. Se deconstruyen las capacidades físicas del cuerpo y en ocasiones se entremezclan con objetos inanimados como cajas y bloques de madera, incluso entornos cotidianos o no, traduciéndose en composiciones arquitecto-anatómicas.
Abyecto y maravilloso como transmite la fascinación por el cuerpo. Figuras carentes, concepciones complejas, carne, grasa… como esculturas móviles de la piel. El gesto se crea a través de la exploración artística, basándose en la improvisación en la búsqueda de formas sinuosas y con cierto halo de misterio, se trata de exagerar o disminuir la estructura ósea hasta aproximarse a una figura amorfa.
Quiere cuerpos reconocidos en organismos como percepciones comunes separadas de la figura.
Por Rocío Segura Sánchez. Artista plástica