La performance es un arte en permanente exploración. A partir de los 70 emprende un viaje en busca de estatus, concepto, contenido y modalidades. En la actualidad se considera relacionado con el llamado post-modernismo y su repercusión en el ser humano.
Este arte de acción enfatiza el valor del gesto, que paulatinamente se desprende de la expresividad del cuerpo para afectar el entorno inmediato. El cuerpo comienza a desarrollar su rol de sujeto a objeto, con lo cual asume el estatus metafórico de realidad / entorno por intervenir / modificar. Al mismo tiempo, aumenta el papel de la fotografía y del video, que superan su misión de registro para participar en la construcción de sentido, donde el aparato es testigo, analista y espejo.
Por lo tanto el lenguaje performático se ha desarrollado y junto con las nuevas tecnologías han renovado este sector. Hoy en día la performance es un laboratorio en el que se mezclan el video, la música, la instalación…Convirtiendo esta hibridación en prácticas interesantes del panorama contemporáneo, reflejando así la cultura del momento.
En los 60 o 70 se observa la regla en la que el arte de performance ni se compra, ni se vende, ni se intercambia. Casi como una estrategia para escapar del mercado y las instituciones. Ahora el mercado manda, por ello artistas graban o registran en video o fotografía sus acciones para luego poder ser distribuidas como pequeñas piezas de arte, que en su origen era efímero.
Lógicamente, la performance hoy no es lo mismo que a mediados de los años 60. En aquellos días, la mayor parte de los eventos tenían lugar en pequeñas instituciones artísticas, lofts privados o en la célebre Judson Memorial Church de Nueva York que, a mediados de los sesenta, abrió su espacio a creadores de vanguardia experimentales de diversos géneros, incluyendo el de la performance. Obsesivas ceremonias y prácticas de culto junto a feroces acciones misóginas o escatológicas son algunos de los temas presentes en las performances y happenings de Vito Acconci, Bruce Nauman, Herman Nitsch o Fluxus. Wolf Vostell, Nam June Paik, Ben Voutier, Yoko Ono y otros se reunían en espacios no escénicos para destrozar pianos, crear sonidos a partir de bolas de papel o rasgar sus propias ropas frente a una asombrada audiencia. Estos son algunos de los performers contemporáneos, por los que hoy en día, seguimos sus pasos.
Artistas de renombre, como Mathew Barney, “Cremaster, 1995-1999-2002” (Tres Partes)
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Marina Abramóvic, “The Artist is Present”
Bill Viola, “Aceptance, 2008”