¿Cuál es tu primer recuerdo? Esta pregunta nos evoca imágenes muy breves, olores y sabores concisos, sonidos… fragmentos inconexos que recordamos parcialmente.
Dice Patricia Balmer (psicóloga en la Universidad Emory), que los primeros recuerdos corresponden a los 3,5 años de edad, que antes solo hay leves o vagos recuerdos. Este curioso fenómeno recibe el nombre Amnesia Infantil, término apostillado por el señor Freud quien aseguraba que esos recuerdos estaban reprimidos y poco a poco los vamos olvidando. Martin Conway sin embargo pensaba que estos recuerdos están siempre ahí, en el inconsciente y por tanto no podemos acceder a ellos conscientemente. La teoría del ser nos dice por el contrario que un niño necesita tener auto concepto, un ser, para poder construir un recuerdo.
Teorías a parte, a mí me da para reflexionar y este efímero recuerdo, el primero, tan corto, que existe pero se marchita cuando nacen los nuevos, me tiene inquieta. Recuerdos y mas recuerdos, unos tras otros, incesantes, sin tregua. El primer sonido que guardaremos, ese que no sabemos contextualizar con datos. Recuerdos que se limitan a la sustancia de lo efímero y a la vez existencial ¿Son reales estos recuerdos?
Si soy sincera, cómo acordarme de tal cosa. Ahora mismo me siento contaminada por millones de sonidos, desde el momento de mi creación. Sonidos incesantes en la vida, te gusten o no. Los adoptas, se hacen cómplices de tu entorno, los identificas con el paso del tiempo y en base a un aprendizaje constante.
Sin embargo, puedo decir el ruido que me evoca a ese primer sonido que guarda mi memoria, es ese ruido hermético que te separa del exterior. El de cuando estas bajo el agua, es como un ruido con profundidad. Cualquier ruido ajeno llega a ti distorsionado, suave, de manera diferente al que percibimos estando fuera de tal burbuja (como una realidad externa a ti). Es como si todo se ralentizara, incluso el tiempo y todo llegara por energía de ondas.
Por Rocío Segura Sánchez. Artista plástica