Como es lógico, nuestro cliente de la campaña «Xàbia a un click» ha tenido información puntual sobre cada diseño, modificación y aspecto final de los distintos materiales confeccionados. Sin embargo la sorpresa al recibirlos desde imprenta ha sido inmejorable: no imaginaban que ese azul grisáceo que aparecía en la pantalla de ordenador era en realidad un brillante, cálido y atractivo tono gracias a las tintas metálicas.
Realizar trabajos de imprenta con estos pigmentos requiere gusto y cuidado si queremos que el resultado final sea tan impactante. Quizás lo primero que conviene saber es que para conseguir ese lustre estas tintas contienen auténticas partículas metálicas (normalmente polvo de metal), razón por la que reflectan la luz. Por ello una de las normas en su uso es realizarlo en papel satinado: las hojas normales absorben las partículas y anulan el brillo. Un desastre.
Las tintas metálicas, al reflectar la luz, resultan también opacas, por lo que hay que llevar cuidado a la hora de imprimir sobre o junto a otras tintas. Igualmente hay que mantener cautela sobre la impresión de mucha carga de tinta sobre ellas. Letras negras sobre el color plata, tiene un buen resultado, cuatricomía sobre ese mismo tono, riesgo de «piscina» de tintas.
Existen tres técnicas para crear materiales gráficos con aspecto metálico (impresión sobre tintas, película o soporte metálico) y cada una de ellas cuenta con una serie de trucos, pros y contras. No obstante su correcto uso definen al profesional del diseño: aquella persona que es capaz de imaginarse el resultado final incluso viendo otra cosa en la pantalla del ordenador.
¿Quieres saber más sobre las tintas metálicas?. No dudes en consultar este artículo de referencia.