¿Puedes imaginar escaparates en los que se reproducen anuncios de tus productos favoritos tan sólo con pasar por delante? Si a priori esto no supone más polémica que la que radica de la revolución que conlleva, atiende al último experimento realizado en esta realidad que empieza con un estudio de seguimiento del consumidor, y que ya es visible en la navegación por internet.
En mayo, antes de los juegos Olímpicos de 2012, las calles del barrio financiero de Londres, y sede de la información confidencial de la capital británica por contar con el mayor número de gabinetes de abogados, experimentó la instalación de unas “papeleras espía” diseñadas por la firma publicitaria Renew London.
Estas papeleras cuentan con una tecnología capaz de acceder y captar datos de los smartphones de los transeúntes, lo que permite saber, por ejemplo, cuántas veces y a qué horas camina una persona por ese lugar. La misma empresa responsable de las papeleras señala otros posibles usos de interés para anunciantes, como instalar células a la entrada de los lavabos de locales públicos para determinar si el propietario de un teléfono es hombre o mujer.
El objetivo de dicho experimento es según las propias declaraciones del director de la marca: el de “rastrear las cookies en la calle” y posteriormente, ofrecer esos datos a quien estuviera dispuesto a pagar por ellos. Las cookies constituyen las preferencias de navegación del usuario, traducidas en información sobre las páginas que visita, a la hora que lo hace, así como el historial de búsquedas. Esta información es muy apreciada por las agencias publicidad, ya que con ella pueden personalizar los anuncios para cada persona. Si este mecanismo de seguimiento se instalase en establecimientos comerciales, la papelera sería capaz de reconocer a los clientes de ese establecimiento a través de sus móviles y mostrarles publicidad personalizada.
Como no podía ser de otra manera, esta actuación ha ocasionado gran controversia y, aunque las papeleras se instalaran el año pasado, recientemente ha saltado la polémica como consecuencia del estallido de spam en los terminales de los que pasaban cerca de los cubos. Tanto organizaciones en defensa de la privacidad como las mismas autoridades británicas, han salido en defensa del derecho de la intimidad de los ciudadanos y han exigido a la empresa de publicidad la retirada de las papeleras, especialmente, ante la posibilidad de que empresas y empleados puedan estar siendo espiados.
Finalmente, las reclamaciones obligaron el pasado lunes 5 de agosto al Ayuntamiento londinense a paralizar el laboratorio que se había organizado en la ciudad hasta que se determine la legalidad de esta recogida de datos desautorizada. “No existe justificación alguna para que compañías con las que no tenemos relación conviertan nuestros teléfonos móviles en dispositivos de seguimiento”, advierte Nick Pickles, director de la organización británica “Big Brother Watch”.
¿Cuál es tu postura?, ¿te decantas por la intimidad y la protección de tus datos? o, ¿Estarías dispuesto a proporcionar información a las marcas con tal de que te facilitaran productos que encajen a tus preferencias?