Vivimos inmersos en una sociedad que pone a nuestro alcance numerosas herramientas, en algunos casos de uso muy sencillo, para “compartir” con grandes comunidades cantidades infinitas de información: nuestros estados de ánimo, pensamientos, fotografías, vídeos, música, enlaces…Las posibilidades crecen casi día a día y en ocasiones nos lanzamos a las nuevas tecnologías, seducidos más por la novedad que por que tengamos algo que contar.
Es sano recordar que todas estas opciones son “herramientas” a las que hemos de dotar de contenido. ¿Qué escribimos? ¿Qué compartimos? Ese es el kit de la cuestión. Reza un dicho popular que “hablar por hablar es tontería” y sin entrar en estos juicios sí podemos bien asegurar que, trasladado a la era de las redes sociales, compartir por compartir sólo da lugar a un sinfín de publicaciones sin ningún interés.
Todavía es más preocupante el tema cuando a estas redes sociales se les da “forma” de medios periodísticos, obviando los principios del periodismo: contrastar la información, objetividad y veracidad. Pepe Soto, presidente de la Asociación de la Prensa, así lo explicaba en un encuentro con el equipo de Símbolo Ingenio Creativo que pueden ver pinchado en este vídeo.
Al final, el sentido común es el mejor consejero. Y sin entrar en el famoso paradigma de la comunicación ni en profundas teorías, sí parece fundamental plantearse respecto al uso de redes sociales qué es lo que vamos a compartir. Al fin y al cabo, será la valoración de nuestros contenidos lo que determinará que nuestra presencia tenga éxito o no.
«Hubo un tiempo en el que el principal factor de producción era la tierra, luego fue el capital. Hoy el factor decisivo es el propio hombre, es decir, su conocimiento». Stewart, T.A. (1997) Intellectual Capital: The new wealth of organizations.