Parece que la industria musical por fin ha empezado a comprender que el modelo tradicional ha muerto. Aunque les haya costado toda una década. No obstante, aún se impone de sobremanera el concepto tradicional. Es evidente que en los grandes bombazos, a los conocidos como estrellas, aún les funciona, y bastante bien. Pero, algo ha cambiado. Ha surgido otra mentalidad entre los artistas que están en la base, los pequeños grupos (o no tan pequeños) que se ganan la vida día a día con esta profesión.
Marketing y distribución son las dos ramas que más se han visto forzadas a evolucionar. Y esto no es algo perjudicial como nos han dicho desde, por ejemplo, la SGAE, cuyo discurso ha sido siempre criminalizar al consumidor.
Hay numerosos grupos que en los últimos tiempos han tomado la decisión de declarar su música libre de derechos e incluso ellos mismos la ofrecen gratuitamente en su página web. Este hecho, que desde el punto de vista tradicional puede parecer un suicidio económico, es en el fondo una gran táctica de marketing. Para entenderlo mejor veamos el mensaje que el grupo Canteca de Macao manda a sus fans desde su página web, donde se puede descargar toda su discografía de forma gratuita:
“Aquí podéis escuchar, descargar, compartir y difundir nuestra música. Nuestro objetivo es el libre acceso a la cultura. Nuestra lucha es que esto no se confunda con el “todo vale”, “todo gratis”. Nuestra recompensa es que sigáis apoyándonos. Gracias por estar ahí”.
En el mundo del periodismo ocurre algo muy parecido. Las similitudes con la industria musical son muchas. También hay una gran crisis de concepto, de confrontamiento del tradicional papel y la innovación digital. Aprendamos pues de la música: hay que adaptarse, simplemente. En los últimos meses, incluso años, están surgiendo nuevos conceptos periodísticos: diarios únicamente digitales, periódicos mensuales con estructura de cooperativa, formatos reinventados, plataformas con nuevos nichos, etc.
Un ejemplo es LaMarea, medio que nace de la escisión del antiguo Público. Se trata de una cooperativa de periodistas profesionales que se ha lanzado, en estos tiempos que corren, a la aventura del papel. Es un formato mensual, reflexivo, que no busca competir en inmediatez, sino opinar y analizar los temas con rigor. Ideológicamente no permite influencias externas, en cuanto a publicidad tienen un código ético muy estricto, y económicamente se sostienen gracias a los socios y a los 3 euros de cada ejemplar.
Y vosotros, ¿qué pensáis? ¿Creéis que el marketing puede ayudar a reinventarse tanto a la industria musical como al periodismo? ¿Puede ser esta la tan buscada solución a sus problemas?