Bien es sabido por todos que en España nos gusta comer y beber. Pero sobretodo comer. Es algo normal, la cocina mediterránea no da opción a dejar nada en el plato. Es más, es para sacar pecho. Sin embargo, a pesar de este gusto por la gastronomía, no ha sido éste un fenómeno demasiado explotado por los medios. Hasta ahora.
Hace ya un tiempo que, nada más encender la televisión, vemos varios programas y concursos de cocina. Efectivamente, los concursos de cocina se han puesto de moda. Así que no pudimos dejar escarpar esta oportunidad y el miércoles 16 de octubre nos acercamos a la 3ª semifinal del V Concurso Cocinero del Año (CCA) en Murcia.
El evento contó con un maravilloso jurado, con cocineros de la talla de Susi Díaz, Rafa Morales, Kiko Moya y Pablo González-Conejero, entre otros. Destacando la ausencia de Jordi Cruz en el último momento, quién fue ganador de la primera edición del CCA.
De entre ellos conseguimos hablar con Susi Díaz, alicantina e ilicitana, la cuál nos atendió de maravilla. Intentamos sonsacarle la cualidad más importante que para ella debe tener el mejor cocinero del año y la resumió en una frase, que bien nos vale para cualquier profesión creativa del mundo, “debe tener las ideas muy claras y luego, saber plasmarlas”.
Así que llegamos a la conclusión de que los concursos de cocina están de moda porque “la cocina está de moda”. Algunos concursos, como el CCA, tienen un gran prestigio por su veteranía y personalidad. Otros, como Master Chef y Top Chef, vienen importados de países extranjeros, impulsados por esta moda. Y, pensándolo bien, si “en España tenemos los mejores restaurantes del mundo y los mejores cocineros del mundo”, ¿por qué no se estaba explotando, en comparación con otros países, este gusto por la gastronomía tan característico del país? Pues lo que pasaba es algo muy simple, que “en España somos de los que llegamos tarde, pero luego empezamos a correr y les pasamos a todos”. Por esta razón, actualmente, estamos sumergidos en un “boom” de concursos de cocina, que se traduce en un gran beneficio para la gastronomía y para los cocineros.
Un mundo en el que la publicidad no destaca precisamente por su ausencia. Desde el product placement del ya mítico programa de Arguiñano, hasta la misma recepción del evento en la que pudimos disfrutar de las muestras y exposiciones de varios patrocinadores, tuvimos la ocasión de comprobar cómo las marcas se aferran fielmente a los valores de la buena cocina, la gastronomía y el gusto por lo bueno.
Ahora la gente ya no solo quiere probar la comida, sino que quiere saber cómo se hace y aun más, quiere hacerla. Las marcas lo saben y por eso les muestran también con qué productos y materiales las hacen. Las escuelas están a rebosar de chicos que quieren ser cocineros. Por lo que no hay razón para no aprovechar este gran tirón y disfrutar de una de las mejores virtudes que podemos encontrar en nuestro país.
A nosotros la experiencia nos dejó muy buen sabor de boca. Sobre todo por la frescura y la alegría con la que se desarrolló el evento, reflejo de la cocina y los productos típicos de la tierra en la que se llevó a cabo.
Y por cierto, el ganador también fue alicantino, ¡felicidades Joaquín Baeza Rufete!